Campo de los Pastores de Belén Foto jmfc |
Tierra Santa acoge la historia
que sobre su piel nos espera para rozarnos el alma con la voz del interior que
crece en sus surcos. La vivencia allí fortalece el fruto del interior que sostiene
en lo más dentro del espíritu cristiano lo que somos.
Pero aquella bendita tierra expande
con sus labios sagrados, más allá de las huellas santas, el grito desolador de
los hermanos que comparten con nosotros el ADN de la salvación que bautiza al
hombre, bajo la sombra de la cruz, con la bendita sangre de Cristo.
No escuchar ese sobresalto que taladra
el mundo pidiendo auxilio, es obviar lo que ocurre en estos momentos en la
Tierra de Jesús el Nazareno. Quedarse
solo con la experiencia interior, que allí nutre con suma facilidad cualquier
expectativa, es no entender el grito desgarrador que brota reivindicando
nuestra ayuda.
El experto mensaje franciscano, con diáfana claridad, nos ha hecho ver
que debemos mirar con los ojos del
corazón hacia aquellos lugares que custodian, en la tierra del Señor, con tanto
celo desde hace siglos. Porque allí el pueblo de Cristo está a punto de
desaparecer del paisaje santo, mientras nosotros no caemos en la cuenta de que somos
desorientados cómplices de tan demencial desastre.
¿Podemos permitirnos el lujo de este desamparo que deja en soledad a
quienes allí viven dando testimonio de nuestra fe?
En estos momentos las cifras de
la población cristiana se sitúan en torno a un paupérrimo 1,8%, cuando no hace
tanto tiempo superaban el 20%. Este porcentaje desolador nos lo facilitaba fray
Artemio, un fraile palentino que lleva toda la vida vinculado a la misión de
Tierra Santa. No hay trampa, ni es una mera anécdota la durísima afirmación de
que los cristianos pueden desaparecer de Tierra Santa no tardando mucho.
Sólo el desconocimiento de lo que
allí ocurre, posibilita este desencuentro con la obligación que tenemos de
mantener nuestra heredad en aquella tierra, con algo más que esos sentimientos que
nos tocan con desbordante emoción las alcobas del alma. Hacen falta medios
económicos que sólo pueden salir de la caridad cristiana de otras partes del
mundo.
En nuestro corazón cofrade y franciscano, siguen resonando las
palabras del Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, cuando ratificaba
sus muestras de cariño hacia nosotros, pidiéndonos que sigamos firmes en
nuestro empeño de cercanía con los cristianos de Tierra Santa, a través de la
Hermandad Franciscana, que nació en Salamanca para llevar a cabo tan importante
fin. El padre Francesco, conmovido, nos
habló de la catástrofe que sufre Siria, donde la Custodia Franciscana sigue, de
forma ejemplar, dando cuanto tiene por medio de sus misioneros.
Fray Romualdo volvía a aparecer en el recuerdo con sus inolvidables
palabras: Los franciscanos nunca
abandonaremos Siria, porque Siria es nuestra tierra.
En este contacto tan próximo con los franciscanos, hemos podido dar
con una de las claves que puede paliar el abandono masivo de los cristianos de
aquella zona tan conflictiva del mundo. Es imprescindible peregrinar a Tierra
Santa, para que la presencia continua sobre aquellas históricas poblaciones regenere,
por medio de nuestra aportación económica, la esperanza en los hermanos de fe que
allí nos esperan con los brazos abiertos.
No debemos olvidar que la artesanía cristiana sostiene a muchas
familias. Sin ese medio de subsistencia nuestra gente puede quedar atrapada en los
cercos ignominiosos de los muros que como una cuerda ahogan cualquier proyecto ilusionante
de vida.
Pero mientras preparamos esa peregrinación que puede cambiarnos la
vida en el terreno personal, suscribámonos a la revista Tierra Santa. Una
revista que, en manos de expertos colaboradores, se configura como una de las publicaciones
religiosas más importantes que se distribuyen por todo el mundo. El donativo
como esencia de caridad cristiana, que sea por otro lado el abrazo de proximidad
que nos introduzca en las frecuencias del amor, al que estamos comprometidos,
simplemente por ser cristianos.
…………..
La barcaza en el medio del Mar de
Galilea recibía los chasquidos del agua como susurros, que dentro del corazón,
nos hacían presumir que Jesús el Nazareno nos decía: Deja cuanto tienes y ven...
Publicado en... http://www.pasionensalamanca.com/2017/06/venid-tierra-santa.html