El chaval no tiene más que 11
años y ahí anda metido en acuarelas en esas primeras búsquedas de las sensaciones artísticas. A tan corta edad ya siente bajo el sagrado impulso del arte la
llamada, que solo puede darse en quienes han nacido para ello.
Hugo Iglesias de sobra sabemos
que pertenece y vive desde siempre, como algo suyo la Hermandad pizarraleña del Silencio, pero
por otro lado va comenzando a sentirse dentro de la familia franciscana a
través de esta, que es ya su nueva Hermandad desde el principio fundacional.
Por eso ha dedicado su tiempo infantil a pintarnos el anagrama de la Hermandad
Franciscana y, aunque a simple vista podríamos
decir que no deja de ser una acertada copia del diseño de Andrés Alén, sí que
podemos observar que tiene huellas identificativas de un artista en formación.
Hay un valor añadido que emerge de
este dibujo, cuando fijamos la atención en lo que rodea al anagrama. A parte de que nuestro nuestro pequeño Hugo ha elegido con gran acierto los colores franciscanos, los ha acomodado para que el angrama de Alén, encuentre en un entorno espacial la suave crudeza de su acomodo.
Ese ámbito que adapta cualquier
motivo cardinal al cosmos
del espacio que le acoge, muchas veces da valor y sentido a la obra que
observamos y seguramente esta sea una de las partes creativas más interesantes
que hacen tan grande al artista.
Por eso sorprende que Hugo sea ya capaz de darle
estabilidad estética, a sus pequeños sueños…
Ya le decimos, que dentro de no
muchos años es muy posible que sea un pintor de su tiempo y en esta Salamanca. Para ello se está preparando y de momento
tiene a su favor, que el hambre de la intranquilidad artística va aprendiendo a
amainarlo con un don que solo toca a los elegidos.
Un abrazo Hugo y a seguir.